Cuba TV - Simone Lueck

En Cuba, la situación actual y desde las últimas décadas del siglo pasado es diametralmente opuesta a la de muchas naciones de supuesto súper desarrollo. La vanguardia tecnológica de Japón o el altísimo costo de la vida en Inglaterra, por ejemplo, contrastan brutalmente con la estrechez en la que vive la población cubana. 

Si bien sus índices de alfabetización y salud se ubican entre los mejores del planeta, los cubanos han tenido que sobrellevar la marginación en muchos de los aspectos que en otros países de Occidente consideraríamos habituales —o que incluso pensamos imprescindibles, aunque no lo sean tanto. Quizá uno de los mejores símbolos de esta banalización de lo necesario o la ornamentación de lo superfluo sea un aparato que, a estas alturas, nos sorprendería encontrar en su forma primitiva de 20 o 30 años de antigüedad, ahora que todos son plasma y pantallas planas y LCD: el televisor.


Como resultado del bloqueo mercantil que Estados Unidos mantiene alrededor de la isla desde 1963, el rezago cubano en televisores es notorio. Los modelos que sirven en los hogares cubanos como instrumentos de información, pero también de entretenimiento, son, en cierta forma, desechos de otra época y también de otras latitudes, provenientes sobre todo de Estados Unidos y Rusia. Con solo dos estaciones controladas, como el resto de los medios, por el gobierno, los cubanos sintonizan en esos anquilosados aparatos noticias, transmisiones deportivas (léase béisbol), programas educativos, telenovelas y películas de Hollywood.

Las fotografías que verán a continuación se las debemos a la lente de la fotógrafa Simone Lueck, cuya mirada supo resaltar al televisor como protagonista de la serie y emblema de la precariedad, insertándolo al mismo tiempo en el contexto de penuria material en el que se desarrolla la vida cotidiana en Cuba.
























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