Lo peor de perder una pierna o un brazo en Haití no es la minusvalía física sino el estigma social
dice el médico serbio Davor Krcelic, que desde marzo del 2010 vive en Puerto Príncipe equipando de prótesis a los miles de amputados que dejó el 'goudou-goudou' (terremoto en criollo haitiano, por el bramido que soltó la tierra).
Cuando alguien pierde un miembro del cuerpo se considera que hizo algo muy malo ... Dios lo castiga quitándole un brazo o una pierna para que todo el mundo lo sepa. Es terrible.
En marzo de 2010 dejó su consulta de Santo Domingo e instaló un taller de prótesis ortopédicas en Puerto Príncipe. Con un traductor y un coche prestado se dedicó a buscar a sus pacientes por los campamentos. El primer milagro fueron las muletas: entonces los levantó del suelo, dejaron de arrastrarse y pudieron llegar a las letrinas. El segundo fueron las pierna protésicas: entonces ya lograron volver a caminar y hasta a montar en moto. El tercero fue el fútbol, el opio del pueblo que enajena a las masas, les devolvió cierta dignidad.
La idea fue de un millonario texano que en mayo pasado entró en su taller buscando discapacitados para crear un equipo de fútbol. Krcelic le dio con gusto los teléfonos de 40 de «sus hijos», que pronto estuvieron entrenando con el texano y a las tres semanas éste les informó de que se quedaría con los 15 mejores.
¡Al carajo con ellos!» «Yo recojo a todos los rechazados. Formaremos nuestro propio equipo y un día van a ser tan buenos que le van a patear el trasero a los pendejos que los botaron.Así nació el equipo de los Tarántula (Zaryen, en criollo haitiano), bajo el logo de una araña negra a la que le falta una pata. De los 23 jugadores, 17 perdieron alguno de sus miembros en el terremoto del año pasado.
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